miércoles, 9 de noviembre de 2011

El buen servicio al cliente



Numerosas empresas no le dan la importancia que merece al servicio al cliente.

Pueden tener un producto que sea muy valioso, pero si quien lo vende no da la atención debida al cliente, es probable que además de que no adquiera el producto, tampoco regrese. Lo importante es que exista congruencia tanto en la calidad del producto como en la del servicio.

Tener una buena actitud

Desde el momento en que llegue el cliente es importante darle la bienvenida y ofrecerle nuestros servicios. Aún cuando el cliente solamente quiera observar de qué se trata, que sepa que habrá quien lo apoye si tiene alguna duda.

El sonreír y el ser amable puede darnos maravillosas armas. Si por algún motivo desconoces una respuesta acerca del producto que estás vendiendo no le des un “No sé” como respuesta. Se supone que eres el experto, pero a cambio puedes decirle: “Si me permite, con mucho gusto se lo investigo”.

Atender a las personas que llegan a nuestro lugar de trabajo debe ser nuestra prioridad. En caso de que estemos ocupados con otro cliente, podemos solicitar al que llegó que nos permita un momento y que lo atenderemos con gusto en cuanto nos desocupemos. Esto puede comunicar que se le dará el mismo tiempo y el mismo respeto cuando sea su turno.

Si el cliente concertó una cita, deberá ser atendido con puntualidad. En caso de tener una cita anterior en donde nuestro cliente llegó tarde, vale la pena informar con mucha cortesía que tenemos otra cita, pero con gusto atenderemos sus dudas en el tiempo que nos quede disponible.

Si estamos en una llamada telefónica y llegó un cliente, se debe dar prioridad a la persona que está frente a nosotros. A menos que se trate de una llamada sumamente importante, entonces deberemos solicitar al cliente que nos permita un minuto y procurar ser breves en lo que resta de la llamada. Si se tratara de una llamada con otro cliente, entonces indicarle que tenemos a una persona con nosotros y que con gusto le devolveremos la llamada en cuanto nos desocupemos.

Nunca debemos olvidar la cordialidad. El ser amables y respetuosos; el saludar y dar la bienvenida, así como dar las gracias por su visita darán una muy buena impresión. Hay que actuar con naturalidad y proyectar que verdaderamente es un placer para nosotros dar el servicio al cliente.