martes, 23 de marzo de 2010

El paso de los años no debe ser un peso


Me encontré con mi amiga Ana que no veía desde la prepa. Nos citamos a desayunar y nos vimos como si no hubiera pasado el tiempo. Uno de esos encuentros con amigos que se propagaron mientras estábamos en el proceso de búsqueda y elección de nuestra carrera.

Durante toda la amenidad de nuestra plática, finalmente tocamos un tema elemental: la llegada de nuestros cuarenta. Ese día fue para ella, como el día en que llegarían a embargar su casa, o el plazo que se cumplió del pago de una deuda eterna y que no tenía cómo liquidar. Tal parece, que fue un golpe muy fuerte a su auto estima que la tuvo deprimida varios meses.

Sin embargo, para mí, el llegar a los 40´s fue un gran día. Una fuerte inspiración me abordó y llenó nuevamente de energía mi interior. El detenerme a pensar en todas las cosas que he logrado, en todas las pruebas que he superado, en la magnífica familia que tengo… El mirar en el espejo ese nuevo rasgo de madurez que las cremas no hacen que pase inadvertido, pues ni las cremas ni una cirugía, pueden ocultar lo que realmente somos. Una gran historia que contar y otra más por escribir.

Cada persona aborda estos efectos de diferente manera.

Me he encontrado con mujeres mayores que aún no pasan lista con el cirujano, que en realidad lucen espectaculares y si indagamos en su secreto, solamente obtendremos una dosis muy fuerte de amor propio compuesto de un alto grado de aceptación a sus años, a su cuerpo y a su persona; proyectando un gran carisma, acompañado de anécdotas propias de “la caída del imperio” que se da con el paso del tiempo y cuando se tiene a los hijos. Vistiendo las prendas adecuadas para lucir el brillo de sus ojos, el color de su cabello, y plantadas con ese garbo que surge desde adentro. No hay nada que pueda someterlas… ya pasaron el periodo de sumisión. Ahora están aquí para enseñarnos que no importa cuántos años se cumplan, no importa que la figura ya no sea la de una adolescente, pues una adolescente apenas comienza a descubrirse en el mundo, pero una mujer madura, ya fue descubierta.

A veces me detengo a observar a las mujeres hermosas que se reúnen con esas líneas que enmarcan sus días de alegría, de reflexión, de sufrimiento; con las señales de aprendizaje, de vivencias, de aceptación, sin ocultarse, y me dejo envolver por su experiencia y sobre todo por esa gran sabiduría que las hace lucir bellas desde adentro.

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