jueves, 22 de abril de 2010

Lo que dicen tus hijos de ti.

Era el día de campo del kínder de mi hija, como una celebración de la llegada del conejo de Pascua. El extenso jardín estaba dividido por un área de juegos y la zona de los manteles en que colocamos nuestros alimentos.

La charla entre mamás se tornaba amena. Una de ellas tomó su vaso para darle un sorbo al agua de jamaica, cuando un balonazo acertó a su mano, derramándole el líquido rojo en la ropa. El niño muerto de risa, recogió el balón y siguió jugando en la misma zona, pero esta vez atinó a la ensalada de atún que se encontraba sobre el mantel.

El grupo de señoras nos comenzamos a sentir incómodas, esperando que la mamá del futbolista, hiciera algo al respecto. Fue entonces cuando una de las nanas del kínder llamó la atención del pequeño y le mostró el lugar en el que debería estar tirando su balón. La mamá del niño, simplemente rió.

Recordé una de las frases que mi madre suele tener guardadas en su baraja de sabiduría: “los niños maleducados tienen muchos padres”, y en este contexto, hice valer al comodín.

La aceptación de nuestros hijos en sociedad, depende mucho de la forma en que los padres nos preocupemos por inculcarles el respeto y la consideración con los demás. No basta con decirles lo que deben hacer, nosotros debemos predicar con el ejemplo. El comportamiento de nuestros hijos, habla mucho de nosotros.

Si deseamos que saluden a las personas con cortesía, que nos vean hacerlo. No esperemos que tengan buenos modales en la mesa, si nos ven limpiando con la boca la mermelada que quedó en el cuchillo o hablando con la boca llena. Si sueltan un eructo, explicarles que deben ofrecer una disculpa, así como masticar con la boca cerrada o no hacer ruidos al tomar líquidos, aún cuando usen el popote.

En los lugares públicos, solicitar que apaguen el sonido de su video juego; que no griten ni corran de un lado a otro, sobre todo si se trata de un restaurante, ya que pueden molestar a los comensales o propiciar algún accidente. Ceder su asiento a una persona embarazada o mayor; los pequeños pueden sentarse en nuestras piernas o en el suelo.

Tienen que observar que el pedir las cosas por favor y dar las gracias, son elementales en una actitud de cortesía, principalmente cuando nosotros las referimos a ellos.

Si pretendemos ser los únicos padres de nuestros hijos, no debemos olvidar que la buena educación comienza en casa y que predicar con el ejemplo es la mejor herramienta.

Los buenos modales son clásicos: nunca pasarán de moda.

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